lunes, 16 de noviembre de 2009

El Río


El Tíber es, con su recorrido de poco más de 400 kilómetros, uno de los ríos más largos de Italia. Nace al norte de Roma, en la región de Toscana, y desemboca en el mar Tirreno, 20 kilómetros después de haber atravesado la "Ciudad Eterna".

Quien se halla de visita en Roma puede recorrer el río Tíber paseando por sus orillas o abordando alguna de las embarcaciones que lo navegan regularmente.

Al Tíber lo surcan tanto embarcaciones con guías, preparadas para recibir a los miles de turistas que día a día llegan a Roma, como embarcaciones comunes, utilizadas por los habitantes de la ciudad. El trayecto que realizan estas últimas es de unos 4 kilómetros y medio, y a pesar de que la duración del viaje es de 45 minutos, muchos romanos lo prefieren al embotellado tránsito vehicular de las avenidas que flanquean al Tíber.

Algunos turistas abordan las embarcaciones comunes debido a la importante diferencia de precio entre este medio y el que dispone de guías (una relación de 1 a 10). De todos modos, si se está dispuesto a gastar un poco más, se puede no sólo navegar escuchando las explicaciones del guía sino también cenar a bordo.

Numerosos puentes cruzan el Tíber a la altura de la ciudad de Roma. Entre ellos se destaca el puente de piedra de Sant'Angelo, construido por el emperador Adriano entre los años 134 y 139 de nuestra era.

El río se utilizó durante muchos siglos como vía de comunicación: en la época romana los barcos comerciales podían remontar el río hasta Roma, hasta el mercado situado al pie del Aventino, mientras que embarcaciones más pequeñas y aptas a la navegación fluvial transportaban mercaderías y productos agrícolas desde la Umbría, a través de un sistema capilar de navegación que penetraba en la región incluso en los afluentes, en particular el Chiancio y el Topino.

El desarrollo del transporte viario y ferroviario y el progresivo asoreamiento, o agradación, de los cauces en la parte baja de la cuenca han anulado completamente esta posibilidad de uso del río (que duró hasta aproximadamente la mitad del 800). Actualmente la navegación se limita a fines turísticos y deportivos con embarcaciones que recorren, desde los años 1990, tramos del río que cruza la ciudad de Roma.



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